Autora: oihanesd
Para aquellos que crecimos a orillas de la Ría, el Alto Horno nº1 de Sestao ha sido un elemento enmarcado en el paisaje cotidiano. Un indicio de que, hace no tanto tiempo, la margen izquierda era muy diferente al territorio que conocimos los nacidos en los 90.
La generación precedente, heredera de las consecuencias de la caída del dechado económico industrial, nos dejaba un legado imbricado en la consigna del No Future. No es para menos: la desindustrialización que tuvo lugar en buena parte de Europa no sólo hizo desmantelar las fábricas, sino la idiosincrasia obrera construida en torno a ellas.
LAN, Festival Audiovisual Obrero [1], indaga en la transformación de los modos de vida y organización de la clase obrera conforme se ha producido el paso hacia la ciudad de servicios. Si bien la clase obrera no ha desaparecido, sí lo han hecho los elementos (las fábricas, los servicios derivados de las mismas, el modelo de trabajo, los formatos de organización como el asociacionismo y la auto-gestión, etc.) que la constituían como tal.
Además de las proyecciones, desde el programa de actividades paralelas propuesto por LAN se aborda la evolución y la dispersión de la clase obrera en nuevos y variados ámbitos de trabajo desde formatos audiovisuales y culturales diversos. Y de los cuales se da cuenta a continuación en este texto que mezcla al mismo tiempo experiencias y reflexiones personales.
Pareciera que los millennial hemos salido airosos de una situación poco esperanzadora. Sin embargo y a pesar de que la revolución tecnológica prometía diferentes futuros posibles, nos rodean otro tipo de ruinas.
Aunque imperceptible a simple vista, es sobre esta debacle donde se asientan las bases del precariado social al que se refiere Marcelo Expósito en la película “Primero de mayo (la ciudad fábrica)” [2]. El filme sintetiza el cambio en la tipología del trabajo y de los propios trabajadores a raíz de una ruina reciente: en 1989 la fábrica de la Fiat en Turín fue reconvertida en un centro multiusos para albergar todo tipo de servicios relacionados con el ocio y el entretenimiento; a pesar de la transformación, el comportamiento de sus trabajadores, autómatas que replican la política de la empresa, no dista en exceso de los movimientos en serie del operario de la cadena de montaje.
El colectivo milanés Chainworkers, al que se hace referencia en la película, observa cómo esos jóvenes que trabajan en las tiendas y servicios de las multinacionales del centro (seguramente por un salario muy inferior a lo esperado), una vez terminado su turno, disfrutan de su ocio en ese mismo lugar. De este modo, la propia oferta del centro, para la que han sido productores, los empuja a mutar nuevamente en consumidores durante las horas de “tiempo libre”, formándose un confuso precariado que muestra la cara más perversa de un tipo de prosumer que, lejos de cambiar el esquema establecido (una virtud que podría atribuírsele a esta figura), tiende a repetir viejos patrones.
CONVERSACIONES
Algo saben de ello Blanca Ortiga y Jushepe Erreti, que participan en la serie de LAN TALKS [3]programadas el jueves 24 de septiembre en Bilborock, cuando aseveran que “con la desindustrialización y el surgimiento de nuevas formas de trabajo aparecen inéditos tipos de currelas saqueados, que se abren paso más allá de las referencias clásicas”[4]: una conversación que ofrece un visionado por los modelos de la cultura obrera desde la mirada millennial. “Emosido engañado”, reza el título de la ponencia, y es que el tipo de mensajes entusiastas como los de Mr. Wonderful funcionan como un arma de doble filo que disimula una precariedad laboral que, aunque diferente a la de nuestros padres, podría llevarnos de vuelta a un sentimiento de no hay futuro. Una paradoja debida al exceso de entusiasmo que describe Remedios Zafra[5]; la auto-explotación es el lema que se lee en el reverso de una frase menos azucarada. Nos pueden hablar de ello los influencers (la evolución esperada del prosumer),… y también los dibujantes.
Durante la transición de un siglo a otro y con el cambio de los modelos económicos y laborales, se han ido sustituyendo las viejos recursos por materias primas y mercancías menos tangibles y cuantificables: la creatividad no ha escapado de las redes del mercado, tampoco los artistas lo han hecho de la cultura de emprendemiento y de la lógica de la empresa. Borja Crespo reflexionará sobre los y las dibujantes como “esclavos y esclavas del tablero”: un oficio que, como otras actividades relacionadas con la creatividad, excede ampliamente las horas de dedicación, a pesar de su escaso y complejo reconocimiento dentro del sistema laboral. No obstante, aunque la protesta ya no tome las formas de lucha asociadas a la clase obrera, las viñetas se presentan como un espacio crítico para el debate y la denuncia.
Ciertamente, la protesta ya no toma hoy la calle en forma de manifestación, batalla o peregrinación a Madrid reclamando cambios en las políticas del gobierno para reestructurar el sector siderúrgico [6]. Ahora, en manos de una masa de trabajadoras y trabajadores informe y heterogénea, se produce un tipo de protesta multi-formato.
ErakusLAN
La generación X, descendientes de los Baby Boomers y cuya infancia y juventud abarcaron el convulso tiempo entre los 70 y los 80, trabajaron duro para darnos a los sucesores todo aquello de lo que carecieron sus progenitores y proveernos de los estudios necesarios “para que no termináramos en una fábrica”; un amplio abanico de posibilidades que se nos ofreció a muchos a la hora de elegir nuestro futuro.
Aquellos jóvenes ya no estaban abocados a ser aprendices de cuello azul y/o a la mole de labores asociadas al hogar y los cuidados, sino los estudiantes que pasarían a ocupar puestos de trabajo de cuello blanco y subcontratar el resto de servicios.
Reconozco y confieso que, en varios momentos durante el transcurso de la carrera de Bellas Artes, sentí cierta punzada de culpabilidad por haber optado por unos estudios tachados de inútiles y carentes de valor. Pudiera pensarse que la generación X lo había tenido “más fácil” que sus madres y padres, nuestras abuelas y abuelos, a la hora de acceder a los estudios y a un puesto “cómodo” y bien remunerado en frente de una pantalla, pero recuerdo que mis padres pocas veces salían de la oficina a la hora prevista. Con todo ese sacrificio para asegurarnos un futuro tanto a mi hermano como a mí, ¿cómo podía haber optado por pasar mis años de estudio “pintando cuadros”? También reconozco que las horas extra dedicadas al estudio, la investigación y la práctica artística no radica sólo en la dificultad de discernir cuándo estoy trabajando y cuándo estoy disfrutando de mi tiempo de ocio, que no sólo se debe al hecho de que disfruto con lo que hago porque opté por una carrera relacionada con mis gustos y aficiones, sino que sospecho que se debe, primero, a esa culpa por no haber escogido el camino hacia la estabilidad económica y laboral y, segundo, porque el hecho de dedicarme a un ámbito infravalorado, como lo es del arte y la cultura, siempre me ha hecho sentir que debía demostrar el doble que cualquiera de mis coetáneos.
Muchas compartiremos estos sentimientos vinculados a las problemáticas que devienen de la irrupción de la economía creativa, solución prometida a las ciudades en crisis como motor de regeneración. Y cuyo tejido artístico, cultural y creativo en general también experimenta largas jornadas de trabajo ya sea delante del ordenador o en el taller, y que poco provecho obtienen de las mieles del éxito prometidas del consabido “dedicarte a lo que te gusta”.
Sabido es que el arte y la cultura han entrado a formar parte del circuito económico y que la figura del artista se encuentra más cerca del sujeto auto-explotado que del mito del genio creador conmovido por la belleza. Partiendo de esta premisa, surgen diferentes propuestas artísticas y culturales que tratan de comprender ese pasado industrial para entender las situaciones del presente.
Por ello, desde LAN se desarrolla un proyecto educativo en colaboración con la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU dirigido al alumnado de máster del citado centro. ErakusLAN [7]es el resultado del trabajo realizado con los y las alumnas en el desarrollo de una propuesta artística planteada desde LAN y que es presentada en formato expositivo coincidiendo con la celebración del festival. Este año, la muestra tendrá lugar en Artiatx, el espacio expositivo habilitado dentro de la que fuera la fábrica de galletas Artiach, del 18 al 20 de septiembre.
A través de esa mirada retrospectiva hacia la historia reciente de la ciudad, en “Esta ciudad es un pueblo” Asier Aguayo se pregunta quiénes son esas personas que construyeron Bilbao, quiénes pertenecen a ese “pasado gris”. Su obra se compone por dos fotomontajes que muestran una imagen de la Ría en 1990, superpuesta sobre sí misma hasta que se desfigura el paisaje. Lo mismo ocurre con la fotografía tomada en 1989 en el cementerio de Derio, donde descansa tanta de la memoria de aquella época. Las imágenes que se descomponen en la obra de Aguayo parecen cuestionar si esa dispersión no será la misma que disuelve la propia memoria, al no darse, como se indica desde LAN, un relevo generacional que herede el imaginario cultural de la clase obrera.
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